“Vengo de una cuna casi sin colchón donde la voluntad tuerce el destino”. En apenas una oración
Andrea Ortiz (Af. 279.554) resumió su infancia y reveló el secreto para sobreponerse
ante la
adversidad. Siendo la cuarta de siete hermanos, su papá Ramón, y su mamá Andrea le inculcaron
en su primera infancia que la prioridad la tiene quién más la necesita. “Las zapatillas de mis
hermanos varones se les rompían mucho más rápido que a mí. Entonces un día, con 7 años, le
pregunté a mi papá cuándo me iba a comprar zapatillas. Entonces él me sentó y, entre lágrimas,
me explicó que las mías no estaban rotas para comprar unas nuevas. Y yo comprendí lo que estaba
sucediendo. Era una lección de lucha y de trabajo”.
Detrás de esa sonrisa espontánea y real, existe una infancia difícil: “Vivíamos en un rancho donde
se llovía más adentro que afuera, literal. Éramos pobres. No teníamos nada”. En medio de ese
contexto adverso, dentro de su casa los valores se enseñaban a través de acciones concretas. Ante
la ausencia del estado, su padre junto a otros vecinos colocaban baldosas en calles donde el
lodazal provocado por las tormentas hacía imposible la circulación. Sumado a que los fines de
semana se acercaba al colegio primario donde cursaban sus hijos para limpiar los baños con la
intención de que todos los chicos del barrio tengan las instalaciones en condiciones. “Mis viejos
nos han dado mucho en la pobreza que hemos tenido. Porque recuerdo que siempre faltaba algo y
nadie te regalaba nada. La ropa, las zapatillas, los útiles… nadie nos regalaba nada”,
recordó.
El paso de los años unió el camino de Andrea y de UTEDYC. En 2015 consiguió trabajo como
enfermera en la Unión de Padres de Hijos Atípicos (UPHA) de Quilmes, al sur del conurbano
bonaerense. “Siempre al servicio del cuidado de personas. No me veo haciendo otra cosa”, explicó
denotando su empatía. Tiempo atrás, la compañera participó de un día de la familia organizado
por su seccional de origen, Zona Sur. “Por mi trabajo y mi situación a mi nena cuando era chiquita
no la llevaba a muchos lugares, pero recuerdo un día del niño que fuimos a un evento organizado
por UTEDYC donde habían payasos; le pintaron la cara, nos dieron comida rica. Era un día pensado
para mi hija y ella la pasó genial. Superó mis expectativas”.
Su vínculo con el sindicato continuó: “Después yo retiré el kit con los útiles escolares y me di cuenta de la calidad de los productos que me dan; estoy muy agradecida al gremio”. Al recibir
estos beneficios, la compañera señaló: “Estamos acostumbrados a que los políticos se la lleven y
cuando vos ves que en un lugar no es así, ¿cómo no transmitirlo? ¿Cómo no agradecer?
Porque en
el sindicato hay gente que piensa en el bienestar de los trabajadores, que somos
nosotros.
Veo estas cosas y me sorprende para bien”.
A pesar de ser afiliada hace años, recién este verano fue a disfrutar de uno de los beneficios
turísticos que tiene la Unión para sus representados. Durante la temporada estival, ella, junto a
sus padres, su marido y su hija Mara (de 13 años) se acercaron al predio de Villa Elisa. “Es
espectacular. Hermoso el lugar, muy organizado”, comenzó su descripción exhibiendo casi la
misma alegría que tuvo al llegar al Parque Recreativo. “Desde que entrás hasta que salís están
pendientes de vos, mucha empatía, humanidad y excelente predisposición”, agregó. “Yo no
conozco los hoteles de UTEDYC, pero destaco la dignidad que se percibe en la calidad de las cosas.
Laburaste todo el año y encontrarte así, más que merecido”. Y continuó: “Vi todas familias
disfrutando del predio. Así que estoy agradecida”.
Al rememorar aquella jornada, no pudo evitar que la inundara una emoción lacrimógena a punto
de brotar: “Yo tengo a mis papás muy grandes (Ramón de 86 y Andrea de 80 años). Encima somos
de salir poco porque trabajamos mucho. Ese día hacía un calor terrible. Mi papá no sale mucho
porque es diabético, asmático y casi no ve…, pero cuando llegó a Villa Elisa era un pibe. Lo vi tan
feliz bajo el árbol. Quedó enamorado del lugar. Y al verlo así, pensé en transmitírselo a Álvaro
Vega, el delegado que logró mi recategorización. Mi papá volvió contento y hasta proyectó volver
para usar las parrillas”.
La situación del país. “Estamos en un momento atroz que me apena muchísimo”, señaló Andrea
ante ciertos relatos que destacan el individualismo por sobre lo colectivo. “A los trabajadores
como yo, les pido que no bajen los brazos, que amen lo que hacen porque es la mejor manera de
trabajar. Por más que uno se sienta invisibilizado, si vos amás lo que hacés no te va a importar la
felicitación ajena”. Con la experiencia vivida como argumentación contundente, Andrea, destacó la
importancia del trabajo mancomunado y la solidaridad: “En el living de la casa de mis viejos la
usaban para nebulizar y como una especie de salita para el barrio; hoy, años después, se
transformó en una Unidad sanitaria que se llama El Hornero. Todo sin plata”.
Cuando su hija era muy chica, en medio de una tormenta, el lugar que alquilaban se le voló el
techo provocando un desastre terrible. Con esfuerzo, dedicación y empeño, Andrea junto a unos
vecinos logró levantar una casa a través de una cooperativa. “Mi vida es lo comunitario. No podría
vivir en otro lugar”, reflexionó esta madre que gracias al haber construido una casa de material ya
le cambió la realidad a su hija.
Aunque tenga dos trabajos fijos donde, a veces, debe llevarse a Mara porque no tiene quién la
cuide, Andrea no claudica en su objetivo y con el tesón como bandera continuó sus estudios
universitarios para poder culminar la licenciatura en enfermería: “Ojalá logre inculcarle a
mi hija
el legado de la solidaridad y la empatía que es clave para que esta rueda no se termine
nunca”.
La carta. Andrea Ortiz le hizo llegar una carta al Secretario General de la
seccional Zona Sur,
Miguel Ruhl, y al Secretario General de UTEDYC Nacional, Carlos Bonjour, donde expresó lo
siguiente:
“Mi nombre es Andrea, soy enfermera, trabajo en UPHA, de Quilmes hace ya casi 20 años.
En primer lugar quiero agradecer al compañero Álvaro Vega, a quién molesté muchas veces para que
puedan recategorizarme ya que no tenían en cuenta mi título. En éstos momentos, con 51 años,
me encuentro haciendo la Licenciatura, carrera que me apasiona, pero me cuesta en todos los
aspectos, contando en los esfuerzos las horas que dejo sola a mi hija de 13 años ya que además
tengo otro trabajo diario.
Es que vengo de una cuna casi sin colchón en dónde aprendí que la voluntad tuerce al destino...Y
aún así, parece que no alcanza...Y comienza el año escolar y llegan los kits cargados de útiles y
expectativas ansiando que termine el año con logros.
Este finde me dí un gusto llevando a mis viejitos, que ya casi no salen y que tienen más de 80 años
los dos, al Parque recreativo de Villa Elisa. La pasamos hermoso, el lugar y las instalaciones son
un
sueño: todo limpio y organizado, destaco sobre todo la calidad de atención de cada compañero;
todos con una sonrisa de bienvenida. Impagable. Así que más que agradecida a Utedyc y a tantos
otros que habrán estado cuándo se gestó ésta patriada, brindándonos servicios de calidad y
devolviéndonos un poco de alegría (dignidad, que le dicen).
Como decía un Amigo: "no defenderán jamás otra causa que no sea la del pueblo". Éste es,
quizás,
el espíritu de todo sindicato, pero muy pocos lo cumplen. Celebro que ustedes lo tengan.
GRACIAS!
Andrea, una simple trabajadora”.
Andrea Ortiz, al ser trabajadora de UPHA está representada por la Seccional Zona Sur de
UTEDYC.
Dirección: Almirante Brown 2226, Lomas de Zamora, Buenos Aires.
Tel.: (011) 4245-7353/5703
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