Distinguida como Personalidad Destacada de la cultura por la Legislatura de la Ciudad de
Buenos Aires, la escritora Florencia Canale reveló cómo se nutre de la historia
para elaborar
sus novelas y el significado que tiene la lectura en el arte de escribir.
Su amor por los libros comenzó cuando todavía era una niña de seis años. Su padre la
llevaba, cada fin de semana, a una librería ubicada sobre la Avenida Santa Fe. “Para mí era
como entrar al teatro Colón… Ya sabía hacia dónde iba, dónde estaban las colecciones
infantiles, que no eran libritos, sino novelas, colecciones de policiales, Los Hollister,
Los Siete
Secretos… Para mí era desesperante, porque si llegaba el sábado y no podía reponer la
lectura sentía que me faltaba el aire, que todavía me sucede en la actualidad”, recordó.
-¿Qué la motiva a escribir?
Escribiendo me siento inmortal, porque le peleo a la muerte. Me ordena, me salva, me
rescata… la vida me saca de quicio; la escritura me pone en quicio.
Como descendiente de Remedios de Escalada en su primera novela, Pasión y traición,
destapó los amoríos que tuvo la esposa de José de San Martín con dos subalternos de su
marido: Gregorio Murillo y Joaquín Ramiro, que luego fueron castigados por el propio padre
de la patria. Con una escritura cautivadora y sensual, cada uno de sus trabajos recorre la
tangente de personalidades talladas en bronce. “La pasión y la historia son mis dos
obsesiones. La historia universal y, por supuesto, la nuestra; me parecía que podía
abrir una
ventana acerca de San Martín. Es decir, entrar en un costado un poco más humano, menos
solemne, pero no por eso menos importante, porque es la vida íntima. Me nutro del bronce
de los próceres para después contarlos de carne y hueso”, explicó Canale.
Su trabajo como novelista reveló secretos de los principales próceres. En su libro
Pecadora,
narra la historia de amor prohibido entre Camila O' Gorman y el sacerdote Ladislao
Gutiérrez que, en tiempos de Juan Manuel de Rosas, le costó la vida de la joven. “Después -
relató Canale- abrí un poco las fronteras con Bastarda (con su personaje Manuela Sáenz y su
irrefrenable amor por Simón Bolívar) y El Diablo”, donde muestra a Bernardo Monteagudo
no solo como un prócer de la independencia, sino también como un ser humano con sus
debilidades y virtudes, sus pasiones y sus conflictos. Su novela destaca la capacidad del
prócer para adaptarse a las circunstancias, su astucia política y su determinación para
alcanzar sus objetivos, incluso a costa de su reputación ofreciendo una perspectiva fresca y
original sobre la Revolución de Mayo y la construcción de la identidad argentina.
“La historia independentista del norte de América del Sur es mucho más difícil de contar”,
reconoció Canale quién agregó: “Entrar en la historia de Perú y Colombia, por ejemplo, para
mí fue fascinante. Y ni hablar con La Cruzada (la vida de Catalina de Erauso) en la que
debí
‘mudarme’ no solo de siglo y del país, sino de continente. La historia universal, en este
caso, es nuestro origen. Nosotros somos sujetos históricos, por más que a veces se quiera
olvidar el pasado. Es fundamental volver, zambullirse constantemente en el pasado.
Incluso
en el más lejano”.
-¿Cómo es su proceso de escritura y cómo construye el arco dramático?
Es cronológico. Primero es una gran investigación familiar. Me gusta escribir la infancia de
los personajes; es como el devenir de sus vidas. Al principio, mis personajes están muertos.
Son esqueletos. A medida que voy avanzando con la escritura, se les va llenando el hueso de
carne y se terminan... Es como si les implantara un dedo, un cachete, un pestañeo de ojos,
la mirada. No sé cuándo, pero sucede en algún momento. Hasta que eso ocurre, la paso
pésimo. Porque siento que esa gente está muerta. Después, cobran vida y siento un alivio
enorme. Un alivio y una vida. Estoy parada en el precipicio constantemente; no es fácil, pero
no sé vivir de otra manera. Yo no conozco la serenidad. Por ese motivo cuento vidas
bastante intrépidas porque las vidas lisas son lindas para ser vividas, pero no para ser
contadas.
La lectura como catapulta a la creatividad
“Las personas que leen tienen un plus porque logran construir una dinámica en la
imaginación. En mi caso, me di cuenta a los seis años, porque veía a mis padres con sus
libros, leyendo, siempre muy interesados y dije ‘yo quiero hacer lo mismo’. Entonces, mi
abuela me enseñó a leer y empezaron a regalarme libros. Y, ahora, sigo leyendo sin parar.
Escribo porque la escritura me salva, pero a mí antes que la escritura, me salva la lectura”,
señaló.
Respecto al soporte de lectura, la escritora demostró una postura tajante. “Los libros se leen
en papel. Lo digital, la Inteligencia Artificial y todo ese mundo tiene que ver más con la
anarquía más absoluta, el desorden y el final. Soy una persona con materialidad del cuerpo
y, por ello, soy vital”, expresó. Ante el avance tecnológico la autora de varios best Sellers sostuvo:
“Tenemos que resistir de alguna manera. Por lo pronto, enfrentándolo. ¿Qué es eso de
hacer una pregunta a una maquinola en vez de ir a los libros o a la experiencia? Me niego
rotundamente; necesito barro, transpiración, jadeo y un corazón que bombee. La IA carece
de todo eso y, si algunas mentes envenenadas creen que la solución es dejar de recurrir a
las personas, háganlo. Yo voy a seguir escribiendo. A mí me persiguen las palabras, las
ideas, las historias, las personas y la carne”.
-Las protagonistas de la Vengadora, la Libertina, la Pecadora, Bastarda o La Cruzada a
primera vista son distintas, sin embargo hay algo que las une...
El hecho de enfrentar el destino. No dejarse llevar por el status quo, por la decisión
ulterior
de su tiempo, de sus padres, de los gobiernos, de los reinados, de quiénes fueron...
Decidieron hacer sus vidas. Pienso en Remedios de Escalada, que tendría que haberse
casado con el hombre que sus padres habían elegido y quiso hacerlo con José de San
Martín. No sé si le salió bien, pero eligió a los 14 años, en 1812, que quería hacer eso. Y sus
padres, al fin y al cabo, aceptaron. Eso es lo que a mí me interpela y representa. Esas
mujeres, a pesar de la infinidad de contingencias y de puertas que se cerraron, decidieron
vivir sus vidas.
-¿Sobre qué mujer o tema actual podría escribir?
A mí el presente no me conversa; para lo único que me interesa es para vivirlo, reírme,
divertirme y estar con mis amigos. Quizás las historias más pequeñas son las que me
conmueven. Seguramente no podría escribirlas porque prefiero vivirlas. Necesito una
distancia y esa perspectiva temporal para encontrar vidas épicas.
Sus libros
• Pasión y traición (2013)
• Amores Prohibidos (2013)
• Si, quiero (2014)
• Lujuria y Poder (2016)
• La hora del Destierro (2017)
• Salvaje. Urquiza y sus mujeres (2018)
• Sangre y deseo. La pasión de Juan Manuel de Rosas y Encarnación Ezcurra (2018)
• La Vengadora (2019)
• La Libertina (2020)
• Pecadora (2021)
• Bastarda (2022)
• El diablo (2023)