Publicación de la Unión Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles
Año 11 - Número 36 - Abril 2018 / Secretaría de Prensa y Propaganda Nacional
“Estamos construyendo para la descendencia”

Entrevista a Gabriela Arias Uriburu

En entrevista con el equipo de Revista 5/02 Gabriela relató los pasos de su camino de aprendizaje, el que le permitió reencontrarse con sus hijos y con ella misma.

El nombre de Gabriela Arias Uriburu cobró estado público cuando, en 1997, denunció en los medios de prensa la sustracción de sus hijos por parte de su ex marido Imad Shaban. Desde entonces su vida cambió radicalmente. Su incansable lucha la llevó a entrevistarse con presidentes, funcionarios y diplomáticos. Presentó su historia en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, como portavoz de todos los casos de niñas y niños sustraídos. Comenzó un camino de aprendizaje, no sólo de asuntos legales y de relaciones internacionales, sino fundamentalmente, de sí misma. El autoconocimiento que le permitió salir del lugar de víctima para tomar las riendas de su vida y renacer con energía renovada para compartir su experiencia con los demás. Para ello creó la Fundación Foundchild, Niños Unidos para el Mundo, que aboga por casos de restitución familiar por y para el niño. Desde allí asesora a las madres y aconseja sobre la importancia de una educación que tenga en cuenta el conocimiento de la diversidad cultural. Por otro lado, Gabriela se ha convertido en una comunicadora humanitaria. A través de medios de comunicación, de charlas testimoniales y sobre todo, de sus libros, transmite sus enseñanzas. Si en sus primeros libros relató la historia de su lucha, su apasionante travesía plena de encuentros y desencuentros, los más recientes abordan los temas que la llevaron a superar su dolor: los vínculos a través del amor, del diálogo, de la comprensión del otro, de la multiculturalidad, entre otros. Su nuevo proyecto es la creación de un portal llamado “Diario de bienestar” con consejos útiles para aplicar en situaciones de estrés y ayude a recobrar la fuerza. Un portal que estará dedicado más a la mujer, porque cuando una mujer está bien puede relacionarse mejor con el masculino, puede comportarse más virtuosamente con sus hijos, con su vida, con su trabajo, con sus jefes.

Gabriela cuenta cómo logró reconciliar sus emociones a través de la terapia, de la práctica del yoga y de una alimentación saludable, y se encuentra hoy en un lugar diferente al de aquella mujer guerrera que atravesaba el mundo y parlamentaba con jueces y funcionarios:

Para sanarse, para limpiar de la memoria del cuerpo el dolor de lo vivido, practico yoga. La respiración es fundamental. Sacar lo doloroso de la memoria del cuerpo es un laburo… pero luego se ve hasta en la piel.

En este fin de año se cumplieron 20 años de aquella tragedia, pero yo recién hace dos años, con el desenlace de la muerte de mi papá, empecé a sanar más profundamente. Todo lo que nos ocurre habla de aquello que hay que resolver y sanar para poder pasar un umbral y seguir con la evolución. Después va a ocurrir otra cosa, porque siempre la vida te va a exigir y va a pedir de vos una evolución. Cada hecho ha sido para mí una oportunidad para crecer, para evolucionar.


En esos hitos que marcaron tu camino, destacás algunos factores que te ayudaron a trascender esos momentos difíciles: el amor, la fe y el humor. ¿Qué más agregarías?


La fuerza, el coraje… Una actitud que uno tiene… Las situaciones que ocurren piden algo de vos. Una muerte, un despido en el trabajo piden algo de vos. Al principio sentís un desgaste emocional.  Uno se devasta emocionalmente frente a lo que ocurrió. Se murió quien amamos… el duelo es todo un tránsito. En el libro “Al encuentro del corazón” hablo de la muerte y de cómo la muerte me fue transformando.

La vida no te pide nada que no puedas vivir, porque si no, sucumbirías. Lo primero que hay que reconocer es que hay algo que murió. Si perdiste el trabajo, algo murió de un aspecto de tu profesión, de tu desempeño. Cuando uno toma esto, no se victimiza. Hay dos momentos muy fuertes: primero la emocionalidad (el enojo, la decepción, los miedos…Algunos despidos son tan fuertes que llevan a la persona a un cambio total de su vida, como mudarse de una ciudad a otra). Respecto de esa emocionalidad que nos abarca, yo digo: enojate un rato pero luego tenés que ponerte en movimiento. Si no, vas a quedar tomada por esa emocionalidad. Vas a enojarte, a violentar y a violentarte. La vida es un movimiento constante. Cuando hay movimientos pendulares en tu vida, algo muy importante es que hay ciertas potencialidades que salen a la luz. Las situaciones de crisis vienen a pedirte que tomes conciencia de esos talentos.

Una de las claves para avanzar en su lucha fue que Gabriela desarrolló la capacidad para encarar a personalidades influyentes, captar su atención y transmitirles su mensaje o pedido en dos o tres minutos. Fue en esas ocasiones, frente a Hillary Clinton, y ante la Asamblea de las Naciones Unidas, cuando se dio cuenta de que su causa excedía el ámbito de lo personal.

Tenía en claro que esa acción no me iba a devolver a mis hijos. La tarea era aún más grande. Visualicé lo que iba a pasar en el mundo. Advertí que mi casamiento con Imad no había sido casual ni había sido un error. Los casamientos interculturales eran ya comunes en Estados Unidos y en Europa. Empecé a preguntarme qué iba a pasar con los niños de padres de culturas diferentes. Me quedó claro que hay que empezar a educar a esos niños y a trabajar con las familias de otra manera.


Tu caso trascendió lo individual para convertirse en una causa colectiva…

Sí, empecé a convertirme en una “Mamá de paz”. Esto fue vital. En vez de hablar de lo que yo necesitaba como mamá, tenía que ver cómo reconstituíamos un ámbito familiar para los chicos. Incluso pensé en mis futuros nietos, con quiénes se casarían…


Empezaste a pensar en el futuro más que en el pasado…

Sí. Mi casamiento con Imad me ayudó a conocer, a comprender otra cultura. Todos tenemos sangre y parientes de todo el mundo. Todo esto fue antes del 2001 y antes de la guerra entre oriente y occidente. Fue un camino muy largo, con largas noches y muchas oscuridades. Pero siempre tuve guías que me acompañaron. Por empezar, mi familia de origen. No hubiera podido lograrlo sin ellos. Por eso construimos la Fundación como familia. Mi familia de origen estaba en Argentina. Y todo lo que mis hijos me pidieron tuvo que ver con mi regreso a la Argentina.


El país que más te ayudó fue la Argentina. No es casual que aquí se haya formado una genealogía de mujeres luchadoras cuya causa fueron sus hijos, como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, Susana Trimarco (madre de Marita Verón), las madres del dolor …

Sí, volví a poner domicilio en Argentina y desde aquí emprendí todas las luchas. En Estados Unidos me preguntaron por qué en Argentina se dio ese fenómeno de mujeres luchadoras. Las Madres y Abuelas han hecho un camino inigualable; un camino que me habilitó a mí, cuando en 1998, entré al recinto de la Asamblea de Naciones Unidas. Ahí encontré una realidad que acá no se alcanzaba. Había miles de casos… pero allí no se trataban temas particulares como el mío, sino casos generales, como el de la situación de las mujeres en Afganistán. Fui la primera mujer que exponía la situación que estaban atravesando muchas familias que no tenían voz ni representación. Todavía no había salido a la luz la cantidad de casos como el mío en Estados Unidos.


En ese proceso tu situación se fue convirtiendo en un caso paradigmático.

Sí, como me decían, un "leading case". Se fueron dando cosas que yo no había buscado, pues hasta ese momento había estado muy focalizada en mi propia historia.


Te convertiste en portavoz, para que la sociedad visibilizara los casos de miles de familias…

Sí. Primero hay que reconocer que algo ocurre. El dolor es muy grande. Cuando viajé al interior del país, mujeres grandes, madres, abuelas se acercaban y me decían que rezaban por mí, por el horror que yo estaba viviendo… Pero luego, fue importante enfrentar la tarea que tenía que llevar adelante. Entendí que para lograr lo que quería (encontrarme con mis hijos), tenía que ceder, tenía que deponer los reclamos. Dejé atrás el arquetipo de la guerrera; ahora otro paradigma y quiero que me reconozcan por todo lo que construí, no por lo que sufrí.


¿Qué mensaje les darías a las mujeres?

El Dalai Lama dijo en 2005 que toda la transformación vendría de manos de la mujer. Es muy importante que la mujer vuelva a su empoderamiento. En algún lugar nos fuimos de ahí, y esto no significa volver a lavar los platos. Aunque lavar los platos me ayuda como una labor terapéutica porque me hago cargo de mi casa, porque haciendo eso voy encontrando soluciones que tengo que manifestar en el afuera, en algún lugar de trabajo; o estoy en un momento creativo y necesito desarrollar algo nuevo. Tuve que volver a mi femenino para que mi ser mamá tomara mucho más fuerza, porque la madre nace de la mujer. Creo que esto de la igualdad es un laberinto tremendo, porque somos diferentes, porque nosotras tenemos otras habilidades. En la diferencia hay una posibilidad de acompañamiento y de complementación.

Libros que inspiraron a Gabriela‭:‬

Carl Gustav Jung‭ (‬Los arquetipos y lo inconsciente colectivo‭), ‬Joseph Campbell‭ (‬El poder del mito‭; ‬El héroe de las mil caras‭); ‬Robert Fisher‭ (‬El caballero de la armadura oxidada‭); ‬Clarissa Pinkola Estés‭ (‬Mujeres que corren con los lobos‭).‬

Libros de Gabriela‭:‬

Ayuda‭  ‬¡Quiero a mis hijos‭! ‬‭(‬1998‭)‬
Jordania‭. ‬La travesía‭. ‬En busca de mis hijos‭ ‬‭(‬2005‭).‬
Después de todo‭. ‬‭(‬2011‭).‬
Vínculos‭. ‬Encontrándonos en el amor‭ (‬2012‭).‬
Al encuentro del corazón‭. ‬El ciclo vital de los vínculos‭, ‬con cuaderno de notas‭ ‬‭(‬2017‭)‬