El 17 de octubre de 1945 no fue un día más en la Argentina. Fue el comienzo de una nueva etapa política, el momento en el que el pueblo trabajador irrumpió en la historia para cambiarla para siempre. Desde cada fábrica, cada taller y cada rincón del país, miles de obreros dejaron atrás las máquinas, tomaron las calles y marcharon hacia Plaza de Mayo, para exigir la libertad de Juan Domingo Perón, el hombre que desde la Secretaría de Trabajo y Previsión les había devuelto la dignidad con conquistas como el aguinaldo, las vacaciones pagas y el reconocimiento pleno de sus derechos.
Aquella jornada no solo fue una movilización: fue una epopeya popular. El subsuelo de la patria sublevada se alzó en nombre de la justicia, la solidaridad y la esperanza. En el abrazo entre Perón y su pueblo nació un lazo indestructible: la unión eterna entre el peronismo y el movimiento obrero argentino, que desde entonces caminan juntos defendiendo la soberanía nacional y los derechos de las y los trabajadoras/es.
A 80 años de aquel hecho fundante, reafirmamos nuestra lealtad hacia quien supo construir los días más felices de nuestro pueblo. Lo hacemos con la convicción de que sus banderas siguen vivas en cada lucha, en cada fábrica, en cada barrio. Porque mientras haya un trabajador que sueñe con una patria justa, libre y soberana, seguirá reinando el amor y la igualdad que nos legó Perón.
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