Al ingresar al Cottolengo Don Orione de la provincia de Córdoba, su extenso, arbolado y silencioso terreno apacigua el ruido de la siempre transitada Avenida Armada Argentina. Luego de una exhaustiva limpieza preventiva contra el COVID-19, se puede apreciar el interior de uno de los hogares, compuesto por un inmenso salón comedor con mesas redondas de madera, un espacio donde la urgencia diaria se detiene para dar paso a la reflexión y a la solidaridad. La vocación de servicio y la empatía salen a la luz a través de los trabajadores de UTEDYC, quienes, día tras día, brindan lo mejor de sí y le suman el cariño y la calidez humana que sus residentes necesitan.
La sede de Córdoba Capital, fundada en 1935, está compuesta por 120 trabajadoras y trabajadores encuadrados en el CCT 736/16, quienes comparten su vida con las 75 mujeres y los 37 hombres residentes distribuidos en cuatro grandes hogares (uno de hombres y tres de mujeres, divididas según la patología de cada una), sumados a los 15 concurrentes que reciben un tratamiento ambulatorio. El Cottolengo Don Orione se dedica a la atención y promoción de personas con discapacidades intelectuales múltiples y funciona en un predio de nueve hectáreas donde también está la parroquia, el Instituto Don Orione y el Instituto Especial Don Orione. El Cottolengo presenta dos modalidades: el Hogar con centro de día, y su opción como centro de día ambulatorio. Para que un paciente pueda obtener la admisión al hogar, éste debe presentar una discapacidad mental o intelectual, y es su familia la que solicitará el ingreso, que bien puede ser justificado por falta de recursos económicos o por problemas de contención social. Tanto los residentes como los concurrentes pueden realizar diferentes talleres, tales como manualidades, educación física y huerta, entre otros.
La llegada de la pandemia visibilizó aún más el sentido de pertenencia y el cariño de los trabajadores por la actividad que realizan. En principio, se dividieron en dos grupos compuestos por la mitad del personal, pero la primera reacción fue que las compañeras y compañeros se ofrecieron de manera voluntaria para quedarse a dormir dentro del Cottolengo con los residentes, con la intención de que ninguno de ellos pasase vicisitudes. Esa intención sólo se pudo sostener durante las primeras dos semanas. En la actualidad, los grupos son semanales con jornadas prolongadas consensuadas entre la entidad, los trabajadores y UTEDYC. Verónica Atampi, quien se desempeña como auxiliar y es una de las delegadas dentro de la institución, explicó los motivos de ese sentido de pertenencia: “los que venimos a trabajar acá, tenemos el corazón repartido, mitad acá y mitad para la familia propia. El cariño genuino y mutuo que tenemos con los chicos hace que seamos una familia”. Con respecto al gremio, la compañera destacó la importancia que han tenido los encuentros regionales de mujeres y con la alegría que vivió el Encuentro Nacional de Mujeres llevado a cabo el pasado noviembre en Villa Elisa, Buenos Aires.
Ante la consulta por las sensaciones que tienen al trabajar en una institución tan particular como es el Cottolengo, Lorena Ledesma, quien también se desempeña como auxiliar, expresó: “Cuando entré a trabajar acá tenía una perspectiva del mundo diferente. Una vez adentro, vi personas que dependían de nosotros. Vi mucha necesidad de afecto, de amor y cuando noté que yo podía dar ese amor, me di cuenta de que trabajar acá no tiene precio”. Con el mismo sentido de pertenencia y con la empatía como denominador común de los trabajadores de la institución, Alicia Sosa, quien se ocupa de la lavandería agregó: “Yo salgo de mi casa y me voy a mi otra casa. El cariño que recibo de los chicos no se compara con nada. Cuando vas a los hogares, el recibimiento que te brindan, te llena el alma”.
Con respecto al vínculo que tienen con el gremio, Marcos Gómez (auxiliar orientador) destacó la calidad en la oferta hotelera que brinda la Unión, la importancia y la comodidad que le genera el uso del Campus Virtual, y agradeció los torneos de fútbol, de los que también formó parte. El compañero no quiso dejar pasar la oportunidad para remarcar el valor que tiene recibir el beneficio de las mochilas y útiles escolares, “no sólo por la calidad y la cantidad de útiles que trae, sino por el alivio al bolsillo que significa”. Pero la recorrida por el Cottolengo Don Orione no hubiese sido completa si el equipo de Revista 5/02 no conversaba con Ángela Castro, quien cumplió el aniversario de plata durante esta cuarentena. “Tengo 40 años de casada y 25 trabajando acá. El día que me jubile, seguiré viniendo, porque el Cottolengo es mi vida”, reveló emocionada la empleada en actividad más antigua de la institución.
El Cottolengo Don Orione, fundado hace 85 años, cuenta en la actualidad con sedes en diferentes zonas del país: en la provincia de Buenos Aires (Bahía Blanca, Claypole, Avellaneda, San Miguel y Mar del Plata); dentro de la provincia de Córdoba (Córdoba Capital y San Francisco), Mendoza, Tucumán, Santa Fe (Rosario y en General Lagos); en Itatí (Corrientes) y en la zona de Sáenz Peña, en la Provincia del Chaco. Y si bien la cantidad de residentes varía, siendo la sede de Claypole la más convocante con 350, el respeto, la solidaridad, el amor, la responsabilidad, la paciencia y la empatía son valores comunes que nuestros trabajadores de los diferentes Cottolengos Don Orione desempeñan a diario en cada acción. Lo demuestran en cada palabra y nos lo enseñan en cada gesto.
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