“Una persona no nace solidaria‭,‬
se convierte y lo practica”

El reconocido pintor chaqueño dialogó con Revista 5/02 y se refirió a la acción solidaria, al impacto de las crisis en materia cultural y a sus proyectos artísticos.

Las alegres y vivaces obras que invaden el taller de la calle Cabrera (Palermo) son un claro reflejo de la personalidad de Milo Lockett, un artista plástico que le da la bienvenida a los visitantes que llegan a su espacio de arte. Allí, donde ven la luz colorida de sus creaciones, Lockett recibió al equipo de 5/02. Su relato abarcó su llegada a Buenos Aires, sus acciones solidarias y sus proyectos artísticos actuales.

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¿Qué te llevó a venir desde Resistencia para instalarte en Buenos Aires‭?‬

Fue algo circunstancial, de la vida. Me separé y buscaba un lugar para quedarme. Me enamoré nuevamente acá y por ese motivo me quedé, pero estoy muy ligado al Chaco. Tengo una hija, a mi mamá y a mis hermanos allá. Además, tengo proyectos sociales, solidarios y culturales. Me interesa mucho la región del Impenetrable y del Interior. Hace un tiempo terminamos de hacer un documental que llevó un año y cuatro meses, en el cual mostramos las visitas que hicimos a distintas escuelas de los pueblos que están en el trayecto del Impenetrable más profundo. Trabajamos con la pintura e hicimos talleres. Pintamos un mural en las escuelas junto a los padres y a los alumnos, con el objetivo de poder interactuar con las familias, que muchas veces están olvidadas. Siempre intentamos involucrar a la mayor cantidad de gente e instituciones posibles. El hecho de venir a Buenos Aires hizo que volviera otra vez hacia las provincias.


¿Cuál fue la acción solidaria que más te conmovió‭? ‬

Cuando trabajo con personas que tienen una enfermedad terminal, todo me resulta mucho más movilizante porque uno se acerca a la vida y valora lo que tiene y lo que al otro quizás le falta. Una persona no nace solidaria, se convierte. Es algo que se practica día a día, y mantenerlo es lo más difícil. Uno puede serlo cuando se toma el tren y cede el asiento a una persona mayor, o cuando ayuda a un ciego a cruzar la calle. Practicamos la solidaridad cuando comenzamos a ver el mundo invisible. Los argentinos nos unimos en las tragedias, pero muchas veces estamos fragmentados y eso es algo que se traslada a algunas fundaciones y organizaciones no gubernamentales: muchas veces compiten por mostrar quién es más solidaria y quién atiende más y mejor a los pobres. Lo ideal sería que se trabaje en red porque se ataca el problema desde distintos lados.


¿Qué aporta en tu vida este trabajo y la visión social‭? ‬

Me hace pensar mucho. Si bien soy una persona de acción, trato de ejercitar el pensamiento. Generalmente lo hago temprano. Me tomó el día para reflexionar sobre lo que ocurrió y sobre lo que voy a hacer al día siguiente. Por ejemplo, trabajé con chicos trasplantados y realmente fue una experiencia muy dura. Son historias muy fuertes que te hacen razonar sobre tu trabajo y tu forma de pensar.


¿Cómo se traslada el estado de ánimo a una obra de arte‭?‬

Hago obras alegres porque soy una persona alegre. Me gustan los colores y los mezclo, algo que por ahí otros pintores no hacen. Pienso que el color determina mucho y que las formas no son tan importantes.


¿Cuáles son tus referentes en materia artística‭?‬

Jorge de la Vega. Fue un pintor que murió muy joven, a los 41 años. Me atrae mucho esa etapa de la pintura argentina, que abarca a la nueva figuración. Me parece de lo más innovador. Esa perspectiva trajo un aire fresco a nuestro país porque trasladó lo que estaba ocurriendo en España y Alemania. Muchos pintores hicieron aportes, pero también tuvieron mucha rigidez dentro de nuestra estructura artística.

La crisis como herramienta de creatividad
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‭¿De qué manera impacta el contexto de un país en el campo del arte y la cultura‭?‬

Los argentinos somos muy creativos durante las crisis. Tenemos un ejercicio diferente al de una sociedad que tiene todos los recursos. En el 2001, por ejemplo, venían a estudiarnos coreógrafos y directores de teatro alemanes e ingleses, que fueron los primeros en analizar el movimiento piquetero. Producían una obra de teatro por mil dólares y no entendían cómo era posible. Fue un fenómeno que nos puso en la escena mundial de la creatividad.
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En esos periodos, lo primero que emerge es la cultura y es cuando se da una mayor riqueza en todos los campos artísticos. Por ejemplo, durante 2003 y 2004, la Escuela de Bellas Artes empezó a colmarse de estudiantes, cuando en 1999 se cerraban cátedras.


¿Cuáles son tus proyectos artísticos en la actualidad‭? ‬

Hace dos años tenía una escuela con más de cien alumnos, pero empecé a cansarme del formato. Entonces, junto a Ricardo Crespo, Tito Khabie y Manuel Paz, que son los artistas con los que más convivo, decidimos armar “El club de la pintura”. Vamos a distintos lugares para pintar con la gente. No vamos a darles clase, sino a compartir una experiencia. Nos encontramos, por ejemplo, con personas grandes o con quienes no tuvieron la posibilidad de pintar en su momento por distintos motivos. Este proyecto me gusta mucho porque llegamos a lugares muy simples donde se da una gran construcción artística, porque ‘amigamos’ a una persona que pensaba que nunca iba a poder pintar y, de repente, se siente parte.

Si todo se intelectualiza, el arte se separa cada vez más de la gente. Incluso, hay personas que piensan que tienen que saber de arte para ir a un museo. Es paradójico que asistan 800 mil personas a la Noche de los Museos y cinco días más tarde no haya nadie. Algo estamos haciendo mal. Habría que revisar los horarios aplicando el sentido común. No se puede pretender que alguien vaya al cine después de trabajar todo el día, si la película termina a las 7 de la tarde. Es una contradicción que los museos no estén abiertos después del horario laboral.


¿Qué consejo les darías a quienes sienten que tienen algo para expresar y‭, ‬en la vorágine del día‭, ‬no encuentran ese espacio‭?‬

Creo que deberían buscar el tiempo para expresarse aunque sea una vez a la semana o cada diez días, y hacerlo de a una hora. Es un error decir ‘me voy a tomar toda la tarde del jueves para pintar’, porque se pierde mucho tiempo pensando qué pintar. Es mejor concentrar la ansiedad en una hora y aprovecharla. De a poco, cuando crecen las ganas de trabajar, se puede agregar una media hora; luego, otra hora; y más tarde, decidir hacerlo dos veces por semana.