Publicación de la Unión Trabajadores de Entidades Deportivas y Civiles
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#UTEDYCenVIVO

Darío Sztajnszrajber: “Los órdenes se construyen con justicia social o con desigualdad”

El jueves 15 de octubre, a través de la aplicación Zoom y replicada en directo a través de Facebook Live, nuestra organización dio continuidad al ciclo de conversaciones virtuales #UTEDYCenVIVO. En esta ocasión, con el conversatorio denominado “El confinamiento simbólico: el cambio en los lazos sociales”, que contó con la participación de afiliadas y afiliados de todo el país.

La presentación de esta nueva edición estuvo a cargo de la Secretaria de Acción Social Nacional, Rosana Gliemmo, quien, en representación del Secretariado Nacional, dio la bienvenida a Darío Sztajnszrajber. El ensayista, docente y Licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (UBA), había participado, en 2015, del 4to. Encuentro Nacional de la Juventud, con una exposición que significó un gran aporte a los jóvenes de nuestra organización.

En el comienzo de su disertación, Sztajnszrajber expresó que en este contexto de aislamiento, el tiempo se ha tornado “desquiciante, desencajado y desacoplado”, y que se trata de un suceso extraordinario: “Va mas allá del orden natural e instituido que el sentido común colectivo instituye como formas normales de pensar y de prácticas que hay que seguir como si fueran únicas”.

“¿Hasta qué punto el orden es algo dado o qué instancias se pueden ir transformando?”, se preguntó el reconocido filósofo: “Los órdenes nos brindan cierta seguridad existencial y se construyen con justicia social o con desigualdad. Una persona hace lo que tiene que hacer porque se le dice qué tiene que hacer. Lo hace de manera funcional a intereses de otros, efectivizando las formas de control y de poder. Es algo que incorpora con naturalidad. Los órdenes dados, en los que muchos sectores privilegiados siguen sintiéndose superiores al resto del mundo, son los que debemos cuestionar”.

Para explicar mejor estos dispositivos, dio el ejemplo del amor: “Si alguien se enamora, debe transitar una serie de pasos, que están prediseñados. Si se escapa del guion, es un anómalo. Se trata de un corset previo y de procesos de normalidad instaurados en la sociedad. Los órdenes tienen un aspecto narcotizante”. En esta línea, citó una frase de Karl Marx: “La religión es el opio del pueblo. No porque nos ralentice, sino porque nos da placer. La metáfora funciona no sólo en términos de dominación de un pueblo, sino porque hay un lugar donde aparece el goce para, que aquel que consume opio, visualice fantasiosamente un mundo mejor. A lo largo de la historia, ha tenido distintas formas, con la religión primero y, contemporáneamente, con la televisión, que funciona como la nueva iglesia”.

En relación con los órdenes instalados a partir del aislamiento, Sztajnszrajber comentó: “Nuestro mundo no estaba hecho para estar las 24 horas del día con la familia. El corte entre lo público y lo privado está desquiciado y desencajado. El confinamiento es una acción que se implementa para tratar de interrumpir el proceso de contagio. El problema que surge es que tiene enormes consecuencias sociales y políticas. Lo estamos viviendo en este país y en el mundo”.

Por otro lado, cuestionó el rol de los medios de comunicación para abordar la crisis sanitaria actual: “¿Por qué hablamos de distanciamiento social si lo que precisamos es distanciamiento físico? No necesitamos la disolución de los lazos sociales. Es claro que este concepto fue aprovechado por ciertos sectores del poder. Todo el tiempo estamos viendo y escuchando que la pandemia va a terminar, pero que el aislamiento va a continuar. Me preocupa el confinamiento mental, y que se haya impregnado en nuestra subjetividad, que cualquiera se haya vuelto un agente de contagio inminente. Las personas se confinan sobre sí mismas y el individualismo es una forma de aislarse y de atomizarse. El otro se fue, porque se transformó en una amenaza. ¿Cómo se puede construir un lazo social cuando el tapabocas se convirtió en nuestra nueva frontera? Un barbijo tiene una función neutra y sanitaria, de cuidarnos. Sin embargo, tiene un sentido metafórico de censura, represión y del no poder expresarse. Si se transformó en una frontera, los otros pasaron a ser extranjeros”.

Para el docente de Filosofía, el aislamiento desarticuló dos grandes coordenadas que estructuran el orden cotidiano: la experiencia del espacio y del tiempo. En cuanto a la primera, señaló que estaba organizada en el afuera y el adentro, definidos en términos productivos y habituales. “Se produjo una homogeneización y se impuso un formato mediante el cual se normaliza la realidad. Un orden tan naturalizado como salir del hogar y volver, ha cambiado. La tecnología rompió con ese binario clásico, porque permitió que el afuera esté en el adentro y viceversa, y con la de ser productivo o no”, amplió.

En referencia a la experiencia con el tiempo y su relación con la productividad, aseveró: “la fórmula es producir la mayor cantidad, en el menor tiempo y costo posible. Tiene que ver con deshacernos, con amaestrar el tiempo muerto, que es el gran enemigo de la productividad. Y los filósofos somos fanáticos de ellos, porque hacer filosofía es perder el tiempo. No como algo negativo, sino en términos de cuestionar por qué el tiempo debe ser productivo. Esta idea de tiempo muerto se asocia a los momentos en los que no se genera plusvalía con la muerte. El trabajo se piensa de esa forma, porque si se analiza de forma vocacional, es en los tiempos muertos cuando una persona se realiza. Cambiaría este concepto por tiempo vivo, porque cuando trabajo para la realización del otro, estoy vivo para quien necesita de mí, pero muerto para mí”.

Por otra parte, el ensayista agregó: “El ocio siempre tuvo mala fama para la productividad, que siempre fue más astuta. Un valor típico del sistema. Por ese motivo, reconvirtió al ocio también en una cuestión productiva. Es necesario diferenciar al ocio que rompe con el tiempo productivo y al que es funcional al tiempo productivo. Ver programas, por ejemplo, no es ocio. Desconectarnos, sí lo es. El problema es que seguimos midiendo el tiempo cotidiano como antes de la cuarentena y que el teletrabajo está estructurado en la productividad. Hay que medir distinto porque nuestra experiencia del tiempo y del espacio se vio desquiciada. Con cierto optimismo, sí creo que, increíblemente, toda esta situación nos permitió ver los contornos y las estructuras. No sé si es mucho, pero no es poco”.

Para finalizar su exposición, Darío Sztajnszrajber subrayó: “Creo que el futuro es éste y es lo que más me angustia. No creo que esta situación termine en el sentido tradicional y volvamos a febrero de 2020. La normalidad no la vamos a reconstruir. Ésta es la nueva forma de vida, que se está construyendo día a día y que llegó para instalarse. Lo veo como un proceso más de normalización. Es una transformación de la que nunca vamos a salir. Probablemente llegue la vacuna, pero no va a dejar de ser una enfermedad más que va a convivir con otras, y que va a requerir mucha prevención. Va a haber un momento en el que el confinamiento no va a ser material, sino que va a generar una relación distante con el otro”.

La próxima edición de #UTEDYCenVIVO se llevará a cabo el jueves 22 de octubre a las 19. Contará con la disertación del exentrenador de las selecciones juveniles de AFA, Hugo Tocalli, quien expondrá sobre: “Docencia y formación juvenil: pilares del fútbol argentino”.

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