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Felipe Pigna
en #UTEDYCenVIVO

“Un recorrido por la historia del movimiento obrero argentino.”

Dale PLAY y reviví la conversación.
El miércoles 2 de septiembre el ciclo #UTEDYCenvivo tuvo como invitado a Felipe Pigna. Egresado como Profesor de Historia en el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González, se ha especializado en Historia Argentina.

Materia que ha difundido ampliamente en diversos medios audiovisuales y gráficos durante la última década. A raíz de esta labor, ha obtenido los premios Éter, Clarín, Konex y Martín Fierro 2006 y 2007 por mejor programa cultural argentino. Actualmente, es director del Centro de Difusión de la Historia Argentina de la Universidad Nacional de San Martín. Dirige también la revista Caras y Caretas y el sitio www.elhistoriador.com.ar .

Entre sus ensayos publicados, se destacan los tres tomos de Los mitos de la Historia Argentina, Evita, jirones de su vida, San Martín, el político y Mujeres tenían que ser, entre otros.
Destacamos en la presente nota los puntos salientes de su charla sobre el movimiento obrero argentino:

Es preciso remontarse hasta la Revolución Francesa (1789) para encontrar la raíz de las ideas liberales y de conceptos que fueron cambiando de valor a lo largo de los siglos. Por ejemplo, el término “liberalismo”, que hoy en Argentina tiene un significado negativo, especialmente cuando lo asociamos a “neoliberalismo”. Pero que durante el s. XIX y principios del XX significaba un pensamiento progresista. Otro ejemplo es la palabra “radical”, una palabra interesante que en Argentina le dio el nombre al partido que en sus inicios fue protagonista de tres revoluciones; fue un radicalismo revolucionario. Entre otras muchas causas, luchó por la libertad de sufragio.  

Los inicios del movimiento obrero en Argentina datan de mediados del siglo XIX, con las primeras olas inmigratorias desde Italia y España, y se vinculan con la fundación de “sociedades de resistencia”, como la Sociedad Tipográfica Bonaerense (creada en 1857, de carácter mutualista), y el gremio de los panaderos, conducido por el inmigrante italiano de extracción anarquista Errico Malatesta. Este sindicato pionero en las luchas creó un lenguaje en clave a través de los nombres de las facturas. “Bolas de fraile”, “sacramentos”, “cañoncitos”, “suspiro de monja”, “bombas de crema” y “vigilantes” entre otros, constituyen nombres irónicos, y tienen un sentido de combate frente a la Iglesia, el Estado, la policía y el ejército. Su prédica anarquista era “Ni dios ni amo”. Las facturas se convirtieron en un elemento de propaganda cotidiano y popular. 

El socialismo y el anarquismo fueron los movimientos que organizaron las primeras huelgas: la de Tipógrafos, en 1878, fue la primera medida de fuerza del movimiento obrero organizado. Las diferencias entre estos movimientos se sustentaban en que los socialistas se oponían a la acción violenta y defendían la participación parlamentaria y el sufragio universal. Mientras que el anarquismo, inspirado en Proudhom y sus ideas contra la propiedad privada, afirmaba que no hay nada que negociar con el Estado. Se oponían también a la formación partidaria. Su primer periódico, en nuestro país, es La protesta humana. Fue fundado en 1897; también se creó La voz de la Mujer, primer periódico femenino anarquista de América Latina y uno de los primeros del mundo. Su directora era Virginia Bolten, extraordinaria militante sindical trabajadora de las refinerías de Rosario. Su lema expandía el lema anarquista: “Ni dios ni amo ni marido”.

Unos años antes, en 1894, se había fundado La vanguardia, de extracción socialista. Y en 1896, Juan B. Justo fundó el Partido Socialista. Era un médico con mucho conocimiento del marxismo y traductor de El Capital. El Partido Socialista fue más moderado. Tuvo un papel importante en la creación de cooperativas, como “El hogar obrero”, y de construcción de viviendas. Lucharon por la dignidad de los trabajadores a través de innovadoras propuestas de legislación obrera. Este partido tuvo su clientela política y sindical en los gremios especializados: tipógrafos, periodistas y médicos.

En 1901 se fundó la FOA (Federación Obrera Argentina) y al año siguiente, la FORA (Federación Obrera Regional Argentina). La primera, en conjunto entre anarquistas y los socialistas; la segunda como escisión de la primera a causa de sus diferencias ideológicas. Los socialistas se reunieron entonces bajo la Unión General de Trabajadores (UGT) .

En esos años gobernaba Julio A. Roca, representante de la oligarquía. El liberalismo en Argentina fue altamente estatista. Roca rompió relaciones con el Vaticano y se promulgaron leyes laicas. Para la oligarquía el Estado es fundamental. Es regresista en el manejo de los impuestos, de las rentas, de las obras púbicas. Entre otras medidas, promulgaron la Ley de Residencia, que iba en contra del Preámbulo de la Constitución Nacional. Esta ley, de 1902, obligaba a los extranjeros que participaban en acciones revolucionarias, considerados “agitadores”, a ser deportados a su país de origen. A raíz de esta situación la FORA creó la “Flotilla Libertaria”, que rescataba a los deportados.

La primera década del s. XX fue una década heroica, con grandes movilizaciones que reivindicaban el 1° de mayo y homenajeaban a los Mártires de Chicago. Hubo varias huelgas, con líderes y lideresas. Se recuerda especialmente la Huelga de los Inquilinos, de1907 y la manifestación del 1° de mayo de 1909, ambas reprimidas ferozmente por la policía encabezada por el Coronel Falcón. Fue durante el gobierno de Figueroa Alcorta. El hecho provocó la reacción de los anarquistas. Luego de días de protestas, un grupo de ellos, entre quienes se hallaba el joven Simón Radowisky, asesinaron a Falcón.

En 1918 se creó el Partido Socialista Internacional; la corriente anarquista dejó de tener fuerza con la Semana Trágica, en 1919, que fue un hecho gravísimo. Hipólito Yrigoyen tuvo gestos contradictorios hacia el movimiento obrero. Primero los recibió y luego los reprimió en episodios como el de la Patagonia y el de la Forestal.

En el desarrollo de la historia del movimiento obrero argentino, se produjeron cambios importantes en su conformación. Con la industrialización, la fábrica crece más que el taller y surge una clientela más cercana a las nuevas corrientes sindicales.

En 1930, José Félix Uriburu toma el poder dando el primer Golpe de Estado; inicia, con su gobierno cívico-militar, la conocida como Década Infame. Fue un gobierno anti-obrero. Anuló las personerías jurídicas de los gremios, y torturó y fusiló a militantes anarquistas. Tras diversas reuniones de agrupaciones obreras, se creó la Confederación General del Trabajo (CGT). Fue una década tremendamente trágica pero de gran heroísmo para el movimiento obrero, especialmente a partir de 1934 y 1935 con las grandes huelgas.

En el relato de este proceso, Pigna pasó al momento en que surge Perón, en la década del 40. A través de su cargo en la Secretaria de Trabajo y Previsión Social, se vincula con el movimiento obrero, aportando ideas renovadoras sobre el accionar sindical. En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Perón aprovecha la coyuntura y realiza un trabajo de cooptación por el cual muchos partidarios de la izquierda pasan a las filas del peronismo.

Pigna citó el libro clásico de Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, Estudios sobre los orígenes del peronismo (Siglo XXI, 1972) para explicar, por un lado, la migración desde el socialismo hacia el peronismo y más tarde, la llegada desde el interior del país de nuevos peronistas, distintos de aquellos de extracción izquierdista. Éstos protagonizan la jornada histórica 17 de octubre de 1945 en apoyo a Perón. El “sector blanco”, como decía Scalabrini Ortiz, se sintió amenazado. Este apoyo se legitima en febrero de 1946 a través de las urnas, en las primeras elecciones limpias después de la década infame.

Comenzó una etapa de crecimiento del movimiento obrero. Llegamos a tener una central obrera con más de cinco millones de afiliados, la más grande después de la soviética. Hubo un gran crecimiento del poder sindical. Se produjo la apropiación y el empoderamiento de los gremios con sus campos de deportes y clínicas. Fue una década muy interesante, con un personaje central como Evita, que resultó ser un núcleo entre Perón y los sindicatos. A pesar del apoyo de la CGT, el hecho de que tuviera ese rol una mujer era un escándalo que llevó a que las fuerzas armadas y la Iglesia intervinieran y se opusieran. Su candidatura frustrada y su consecuente renunciamiento, el 22 de agosto de 1951, fue el acto más grande de la historia latinoamericana.

Estos sectores no perdonaron nunca la distribución progresiva del ingreso. De ahí la “Revolución libertadora” del 55; una regresión neoliberal. Los primeros perseguidos fueron los trabajadores. Los delegados gremiales fueron encarcelados, torturados y fusilados. 

En 1956 el país ingresa al FMI con planes que son siempre los mismos: incremento impositivo, baja del consumo interno, liberación de saldos exportables, con la idea de pagar las deudas que se tomaban con los acreedores de los organismos financieros mundiales. Fueron años de lucha, para el sindicalismo peronista. Con la proscripción de Perón surge y se incrementa el movimiento de resistencia. 

En los años 60 se da una diversificación fuerte entre el sindicalismo peronista y el clasista, especialmente en Córdoba, con el desarrollo de la industria pesada, automotriz, y la participación de jóvenes universitarios. El clasismo, que es la corriente de izquierda representada por Agustín Tosco, Luis Salamanca y Elpidio Torres, peronista, quienes llevan adelante el Cordobazo (1969) durante la dictadura de Onganía, y el Viborazo (1971) contra la denominada Revolución Argentina.

Así, desde el 66, varias corrientes dentro del sindicalismo presionan a estos gobiernos de facto. El peronismo y el sindicalismo combativo con Raymundo Ongaro y otro más participacionista, colaboracionista y ortodoxo, con Augusto Vandor. Para que no estallara la violencia, por decisión de Perón, se propone a Héctor Cámpora como candidato presidencial. Sin embargo, los dos modelos sindicales se enfrentan fuertemente en Ezeiza el día de la llegada de Perón.
El enfrentamiento, la división del movimiento obrero se padeció mucho a partir del Golpe del 76. Una de las principales víctimas fue el movimiento obrero, ya que aproximadamente el 40 por ciento de los desaparecidos fueron trabajadores, dirigentes y delegados gremiales.

Entre las principales preguntas que le hicieron a Felipe Pigna, destacamos la referida al dirigente Agustín Tosco. Fue una de las figuras máximas del movimiento obrero en Argentina, con una coherencia extraordinaria. No participó de la fuga de Trelew y tal vez así salvó su vida. Lo hizo para seguir atendiendo a sus compañeros en esa cárcel de Rawson. Lamentablemente contrajo cáncer y no se pudo atender, en 1975. Es una figura que, para algunos sectores, todavía molesta; de hecho, tiraron abajo su estatua.

Otra de las preguntas se refirió a la participación de las mujeres. Pigna destacó su importante papel; mencionó a Alicia Moreau de Justo, a Carolina Muzzini, gran defensora de las niñas explotadas en los conventos y promotora de los derechos de las mujeres.