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TOMMY HEINRICH
en #UTEDYCenVIVO

“Desafiar los límites: motivación y resiliencia”

Dale PLAY y reviví la conversación.

El jueves 13 de agosto conversamos con Tommy Heinrich, montañista profesional, fotógrafo e ingeniero agrónomo. Por tercera vez, Tommy protagoniza una actividad organizada por nuestro gremio. Y cada vez, nos enseña algo nuevo, nos alienta a enfrentar las adversidades y a cumplir con nuestros sueños. En esta oportunidad, al relato de las situaciones límites que le tocó atravesar en su vida sumó la situación actual de la pandemia, una realidad que nos envuelve a todas/os y no hemos elegido. Por ello su mensaje es más valioso que nunca.

Con su habitual tono suave y con imágenes de fondo en su pantalla que nos invitaban a viajar hacia los confines de la tierra y a las cumbres del mundo, Tommy no sólo narró los sucesos y dificultades de sus hazañas, sino que reafirmó los valores que sostienen e impulsan las acciones más osadas. Entre las primeras se registran:

- Fue el primer argentino en alcanzar las cimas de los montes Everest (1995), Lhotse y Cholatse (en Nepal).

- Es el único fotógrafo en Argentina que colabora en la revista National Geographic, para la cual ha documentado el ascenso al Monte K2 (la segunda montaña más alta del mundo después del Everest)

- Ha ascendido, en invierno, el Monte Nanga Parbat en Pakistán, la novena montaña más alta del mundo.

- Ha integrado quince expediciones a los montes del Himalaya

- Ha realizado varios ascensos al Monte Aconcagua y a paredes de roca en Argentina, Canadá, Estados Unidos, Europa y Tailandia.

- Ha realizado una expedición al Polo Norte en 2016.

Entre las adversidades en los ascensos mencionó: dos caídas importantes , congelamiento de manos y pies por falta de oxígeno, retrocesos forzados, tormentas de nieve, temperaturas extremas de 40 o 50 grados bajo cero, entre otras. Pero las más tristes tienen que ver con las pérdidas de amigos que quedaron en la montaña y sobre todo, la de su esposa Victoria. El diagnóstico del cáncer llegó justo en el momento en que Tommy había alcanzado sus mayores metas. Sin embargo, renunciar a su momento de gloria y a la pasión por el montañismo para cuidar a su esposa y hacerse cargo de su hijo Liam le devolvió otro sentido de la vida.

La resiliencia es justamente la capacidad para superar circunstancias traumáticas. Padre e hijo despidieron a Victoria y viajaron juntos al Himalaya para recordarla y compartir la pena, nunca el olvido. Para tomar del aire frío de la montaña y de la sabiduría de los sherpas amigos, la energía necesaria para encarar la vida sin ella.

La resiliencia se asocia con el poder de adaptación, como se adapta el cuerpo en el medioambiente. En ese sentido, Tommy relató que en el Everest sus “primeros pasos fueron los más difíciles, los dos o tres pasos con 40 bajo cero a la noche. Cuando vi a Apa Sherpa avanzar lo seguí, y a la media hora ya estaba en ritmo”. El sherpa, quien mejor conoce la montaña, le mostró algo mucho más importante que el camino en el ascenso. Apa se convirtió en amigo, en un guía fraterno que le inculcó el conocimiento de la cultura y de la filosofía budista. Así, al reencontrar el cuerpo de su amigo en la montaña, los sherpas lo invitaron a la bendición de un lama. Un ritual purificador que aliviaría su dolor.

Muchos aprendizajes como ése le dejaron sus expediciones: estar abierto a conocer otras culturas y lo que hay que poner y ceder para trabajar en equipo. Para ilustrar esto último, contó algunas de sus experiencias:

En el Everest, decidió bajar hasta la cuarta base para acompañar a un compañero que ya no podía seguir subiendo. En la bajada, Tommy sufrió el congelamiento de manos y pies, aun así, quiso volver a subir. A pesar suyo, le exigieron que usara oxígeno, un recurso que había evitado en el primer ascenso y al que prefería no acudir. Por el bien de todos, y por supuesto de sí mismo, depuso el orgullo en pos del sentido común. “Es importante confiar en el equipo”.

Su propia confianza la ganó solo, paso a paso en cada ascenso. Hizo de su pasión una profesión, cuidándose a sí mismo como a los demás. Ejerciendo el equilibrio entre la motivación fuerte, el entrenamiento, la preparación… Fue un desafío físico y mental. Pero todo esto no alcanza sin un compromiso que involucre a los demás. El apoyo y el respeto entre las/os integrantes del grupo debe ser mutuo.

Otro ejemplo es de la expedición al monte K2: “tuve que retroceder porque supe que estaba poniendo en riesgo el bienestar del resto de la expedición. Uno de los integrantes impuso que yo bajara. Al principio yo no lo entendía, la montaña imponía concentrarse y yo estaba sacando fotos. Tuve que dar un paso atrás. El retroceso fue difícil pero después entendí, estaba justificado para mí. En gran forma el éxito de la expedición tuvo que ver con que yo formé parte y porque yo bajara. Yo pude escuchar. Es que para lidiar con el disenso, lo más importante es la comunicación. Es poder ponerse –decimos en la montaña- en las “botas” de la otra persona”. Lo que parecía una imposición fue en realidad un modo de cuidado mutuo, colectivo.

Como el cuidado que tenemos que tener ahora, en esta situación de pandemia. “Es importante cuidarnos como sociedad, unos a otros; me cuido yo para cuidar a los demás. Ésa es la responsabilidad social”.

“Como me pasó antes, con la enfermedad de Victoria, tampoco ahora quiero ver las cosas de forma negativa. Trato de sacarle provecho a este momento acá encerrado. Estoy aprovechando para aprender más habilidades en fotografía, y sigo entrenando para estar en forma cuando pueda volver a salir.

Para mí lo grandioso es estar todo el día con mi hijo Liam o pasar tres meses con mi madre y descubrir que nos llevamos muy bien, nos divertimos, a veces discutimos… Éste es mi Everest: quiero disfrutar de la vida, aún con los golpes como el que estamos viviendo ahora todos, con un virus que elimina a cualquiera, principalmente al que no se cuida. Esto trato de transmitírselo a Liam. Es lindo ver que se cuida y que me cuida.

Por eso hay que maximizar los recaudos, los cuidados con nosotros mismos y con los demás: salir con barbijos, cambiarnos la ropa y bañarnos al volver a casa si interactuamos con otras personas. Tal vez haya que quedarse encerrados varios meses más. Esto no va a pasar en una o dos semanas. El normal que vamos a vivir en estos meses es muy distinto al de antes. Hay que seguir cuidándose.


CADA VEZ QUE LLOVIÓ PARÓ. ESTO TAMBIÉN VA A PASAR.

Estoy descubriendo algo: no necesito ir a la cumbre de una montaña para disfrutar de la vida. Quiero conocer otros lugares de Argentina y estoy descubriendo la fotografía de animales salvajes, de lugares adonde no hay comodidades como un hotel. Hay que salir de la zona de confort. Más que montañista me considero un aventurero de la vida.”


  “Tuve una rodada de 150 metros. Me rompí la rodilla, la nariz, pero sobre todo, el ego”.